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Maktub


El gran historiador francés Pierre Chaunu ha dicho “Nos ha ocurrido algo realmente curioso. Habíamos olvidado que tenemos que morir. Es la conclusión a la que llegaron los historiadores tras haber examinado la totalidad de las fuentes escritas de nuestra época. Una investigación realizada sobre los cerca de cien mil libros de ensayo publicados en los últimos veinte años mostraría que solo doscientos (por tanto solo un 0,2 por ciento) afrontaban el problema de la muerte. Libros de medicina incluidos.” Es obvio pues que si hay algún tema del que nuestros contemporáneos no quieren hablar es el de la muerte. ¿Porqué?.

Pues bien, la película que vamos a comentar, no sólo habla de este tema, sino que para mayor incorrección política lo hace desde la óptica de un joven enfermo de cáncer. Manolo (Diego Peretti) es un acomodado empleado de banca que está casado y con dos hijos. Su vida transcurre rutinaria y aburrida, carente de sentido, como tantos de nuestros contemporáneos, Tiene una buena vivienda, automóvil, vida social, pero no tiene un hogar. Por “casualidad” un día conoce a un joven, Antonio (Andoni Hernández), enfermo de cáncer, con el que empieza a tener una amistad que poco a poco va a cambiar totalmente la perspectiva que Manolo tiene de la vida y de su familia. Estamos ante una película que plantea temas fundamentales para el ser humano; la existencia del dolor y su utilidad, la muerte y el más allá, la rutina en el bienestar que carcome tantas familias en nuestra sociedad de consumo, la familia como único ámbito en el que se pueden soportar los golpes de la vida. Y todo ello lo hace sin el recurso fácil de lo lacrimógeno, al contrario,  estamos ante una película fresca y esperanzada, en el que alternamos la risa y la tristeza. Pocas veces cae en lo melodramático. Hay escenas que son poesía visual, como trozos de cristal de distintos colores que al final forman una vidriera en la que vemos que la muerte es dura, pero no tiene la última palabra. En este sentido, la trascendencia está mejor delineada que en otras películas, españolas como ésta, que también tratan esta temática (Vivir para siempre o Mi vida sin mí). En definitiva buena película del director y guionista mejicano Paco Arango, que ha aprovechado su experiencia personal con niños y jóvenes enfermos de cáncer para llevar a cabo esta cinta de gran calidad y que debe verse en familia. A los amantes del cine español les gustará ver caras conocidas en el reparto, Aitana Sánchez Gijón, Goya Toledo, Rosa María Sardá, Amparo Baró, entre otras. Un apunte personal: atención al personaje secundario del repartidos de comida mejicana, Carlos, en todo momento, pero especialmente cuando llama a su familia por teléfono. No se puede decir más en una imagen sobre la soledad del hombre sin una familia.


COMENTARIOS
1 comentario
#1 Pablo 19/07/2012 15:41:42 h
Preciosa película, ríes y lloras a partes iguales. Me gustó mucho




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